sábado, 27 de diciembre de 2025
2 El Manantial.
Allí nunca había habido nada : algunos campos de Fútbol que poco a poco quedaron abandonados hasta que con el trasncurso de las décadas el monte se convirtió en Oro para los constructores. – Allí había un manantial – recordaba la madre de Alejandro antes de que construyeran nada y el autor cerrando los ojos podía ver las burbujas que manaban de la tierra en pequeñas lagunas dónde iba a coger renacuajos cuando era pequeño, todo sepultado hoy por centros comerciales, carreteras y fincas de pisos. Cuando comenzarón a construir en 1989 y verter escombro en el monte cercano al bosque, un artista se rebeló recordaba Alejandro al acercarse en la memoria a aquel señor que juntaba escombro y hacía esculturas.
- ¿ Qué estas haciendo?. – Preguntó Alejandro.
- Estoy construyendo espantapájaros. – Grito el hombre viejo.
- ¿Para espantar pájaros?. – Volvió a preguntar Alejandro.
- No, para espantar pájaros no, para espantar hombres. – Grito otra vez el
hombre viejo mientras colocaba un ladrillo como cabeza de una escultura que se veía desde lejos.
- ¿Y para qué lo haces?. – Volvió a preguntar Alejandro.
- Para espantar la codicia y a hombres malos. – Contesto el hombre viejo.
Así sonriendo Alejandro miró a Orwell al recordar aquellos espantapájaros de piedra que no consiguieron parar el mundo, ni las máquinas escavadoras pero que una vez hayan existido recordaba a Alejandro el carácter numinoso de la infancia y la existencia frente a la construcción voraz y salvaje, la especulación, la codicia y el cemento armado. Era la misma codicia que persguía a Orwell y a Alejandro por diferentes motivos. Si a Orwell le persiguen las deudas, su hermano , la miseria, a Alejandro le perseguía otro tipo de codicia hasta convertirse en un – asilado político – en casa okupa de Orwell. Incluso la disolución final de la casa cantina también vino bién al autor tanto como su propia existencia cuando ya las fuerzas del mal acechaban sobre la cantina y sobre el viejo borracho Orwell al volver su hermana del extranjero y poner punto final y cartél de cerrado en Fortuna n.º 40 que no era ni una ong ni una pension ni una cantina si no que en una ciudad y un país sin casas asequibles para la gente se había convertido en una tabla se salvación para algunos desheredados sin destino que ayudaron al borracho Orwell o este les ayudo a ellos. - El próximo año quiero plantar más marihuana – decía el viejo diablo de Orwell sin saber que no habría siguiente año, porque allí ya estaba solo , todos los personajes se habían ido y aunque sobreviviera Fortuna n.º 40 durante algún tiempo , su disolución y posterior derribo ya estaba escrito. Así que el último en dejar a Orwell allí solo fué el autor que un día salió por la puerta de madrugada como siempre sin saber que jamás volvería a entrar nunca. La pequeña comuna se había diluído, solo el fantasma triste de Messie Antoine a veces se aparecía con su apenada figura por el pasillo, al único que no podía echar la hermana de Orwell. Si Fortuna n 40 había funcionado casi como bar clandestino para algunos desheradaos, si Orwell era un rebelde que plantaba marihuana o el autor se había convertido asilado político sin salir de su barrio, lo cierto es que la discolución de esta comuna no hacía más que engrandecer para siempre a estos personajes que estaban dentro de una novela y no podían salir de ella porque todos ellos soñaban con escapar de la ciudad , de la novela, de la muerte e incluso de la vida cuando esta se convierte en demasiado dura para soportarla. No era nostalgia la que hacía sutrarse al autor a los paisajes de su infancia, sino la vuelta a un lugar y una edad dónde la muerte y el sufrimiento no habían existido al menos para él como niño hasta que murió su amigo Alberto a la edad de 13 años; los niños también mueren y a veces vivir es demasiado triste, a veces vivir también es ir demasiado lejos porque a todos estos personajes les perseguia la muerte: por las frías amenazas, por la enfermedad, por la misma muerte. Tal vez el manantial ya no existía sepultado por un parking y un centro comercial pero todavía existía en la memoria de Alejandro el agua pura manando de la tierra. Era suficiente belleza, aunque hubiera sido fugaz para existir ya para siempre. Si aquel paisaje había sido demolido y ahora se había convertido todo en una colmena de edificios y carreteras, y aquél cerro de los gamos en Oro inmobiliario. La verdad que aquél paisaje y su decadencia final fue suyo para siempre en una infancia feliz y asilvestrada al lado del bosque que suponia el principio de la primera obra del autor y a la vez punto final a una infancia que se fué para siempre cuando el niño es asesinado por el cielo.
Así la noche de aquél día Juan el mexicano, accedió haciendo eses por el carril de incorpración de la carretera M-30 hasta entrar en la autopista completamente borracho, desorientado y desalmado. Un coche cruzo a gran velocidad evintándole y pintando mientras que Juan gritaba : ¡ Buaaaahhhh ! En otra oportunidad perdida para suicidarse. Hasta que se cruzo un coche de policia . - ¡ Eh ! ¿Que cojones hace ese tipo ahí ….?. Después de ser detenido y llevado a calabozos para salvaguardar su vida. Támpoco él podía escapar de la novela, ni de la miseria, ni de la falta de ninguna expectativa. Támpoco ya estaba abierta la cantina de Orwell y apenas podía dejara seguir durmiendo en la casa hasta que todo terminase. Juan borracho después de leer durante meses a Shakespeare se preguntaba qué es la vida, el hombre, la historia, la ruina y polvo de todo, el universo oscuro y se había convertido en uno de estos tipos con mentalidad suicida, la mayoría de sus amigos habían muerto, no dinero , ni trabajo solo sus hermanos le ayudaban a pagar un alquiler y Orwell sabía que ni siquiera rentaba tenerle en la casa, darle de comer , ayudarle. Otro muerto en vida, borracho y alcohólico , única forma de escapar de la cruda , fría , desesperazadora realidad convertido en un pobre hombre que vagaba por la ciudad solo y perdido y aunque a Orwell el viejo camarada comunista le daba pena nada podía hacer por él, un mundo otro ya perdido sobre el que sobrevenía el final cuando ya ni siquiera se quiere estar vivo y la delgada línea que separa la vida y la muerte se hace tan estrecha que casí es más fácil dar un salto por inercia hacia el otro lado que quedarse quieto. El hermano de Orwell acosando a su hermano abría la puerta de la finca para que el perro se escapase. Dos pichones habaneros , perros pequeños murieron cazados por el perro Van sin que nadie pudiera hacer nada. Así Juan el mejicano decía riendo : “Cuando matas a un hombre vas a la cárcel y cuando matas un perro vas a la cárcel de los perros”. Así que un día vino la policia con una citación judicial y se llevaron al perro Van a la cárcel de los perros y acabo metido tres semanas en una chiquera de la perrerra municipal. Al final también pagan los que menos derechos tienen los animales indefensos por la codicia de los hombres. Aunque fué rescatado por el autor y Orwell tres semanas después cuando ya el perro Van había perdido cualquier esperanza.
1989, alejandro rojo y cisneros.
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