jueves, 5 de septiembre de 2024

El príncipe de los mendigos.






Llega el - terrible - momento. Cuando en una novela con fuertes tintes biográficos, tienes que describirte a ti mismo, cuando tú mismo eres el principal personaje de una novela experimental, casi teatro. Escribiendo esta novela, he llorado y he dejado de escribir a lo mejor una temporada. Me faltan muchas personas que comparecen en la novela que ya se fueron, que ya murieron. Los sidos , los que han sido, y se fueron para siempre.




"Los años 80`s habían pasado, aquél tiempo de cambio para un país que despertaba a la libertad y la apertura al exteriór despues de la dictadura. Un mundo lleno de contradicciones a la vez que desde fuera de España llegaban discos de música que hablaban de libertad. Aquellas contradicciones hacían gracia a Alejandro un joven escritor en el paro que acaba de cumplir 42 años y que por no tener dónde ir , ni dónde venir, había acabado en la cocina de Orwell bebiendo cerveza barata hasta la madrugada. Como cualquier adicto , Alejandro era politoxicómano y pronto se convirtió en el mejor cliente de Orwell. Alejandro era joven todavía, o al menos está en la edad en la que suceden las grandes cosas o sino como en la vida de Orwell ya no suceden nunca. Todavía tenía esperanza en el mundo y creía con ingenuidad, a pesar de ni siqueira buscaba trabajo y se limitiba a vivir de una ayuda social entre recuerdos de la infancia, nostalgia por la juventud perdida, intentaba sobrevivir a un futuro aciago entre el paso demoledor del tiempo y la soledad a la que parecía condenado. Alejandro escuchaba con curiosidad las viejas historias de Orwell y Messie Antoine, y soñaba con escapar de aquel barrio rico, de poder conseguir un piso aunque fuera de protección oficial, o irse a vivir a un lugar más barato a otra provincia. Sin embargo siempre en el traslado estaba atrapado , sin trabajo, sin amor, en aquél barrio viviendo todavía en casa de su madre como muchos de su generación y pediendo el tiempo como siempre había hecho y arrastrando una enfermedad mental que a veces le hacía distorisionar los sentimientos y a veces sentir de una forma excepcional. Sin embargo era raro que alguién se aceracase a Orwell, salvo él, otro excluido social incluso que Orwell tomara cariño a Alejandro en largas tardes perdidas entre latas de cerveza vacías. "



1989, alejandro rojo cisneros.




Yo no soy el yo de la novela, una novela es solo una novela, yo soy muchas más cosas, sin embargo había llegado la hora de describirse en el 2 capítulo del primer acto. Y así dejo de escribir otra noche, para dedicarme a lo mio, el hacking informatico, mientras sueño con la literatura. Un soñador, esto se me ha olvido ponerlo . Una vez me llamaron - el principe de los mendigos - pero era una exageración, solo conozco a tres o cuatro mendigos, quizas cinco. - sic - .















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Te atráe - el arte - a su círculo de magia feliz.

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