domingo, 10 de noviembre de 2024





Despues de llamar a mi madre me siento a - pensar - sustraído por la ensoñación y la añoranza a aquél mundo que fue. Crecí en lugares abandonados a punto de ser borrados del mundo. Estos lugares - emanaban - cierto poder, cierta magia que me sigue atrayendo muchos años despues. Por ejemplo la casa de messie Orwell, allí están descarriladas las décadas, en su jardín del bien y del mal, a punto de la ejecucion testamentaria y el derribo. Si bajas desde su casa hacia la avenida principal recuerdas que hubo una vez que no existía la avenida principal, solo un descampado y una mina a cielo abierto abandonada. También había un campos de fútbol medio comido por la naturaleza del que solo quedaban dos porterias de fútbol entre cañas y yerbajos. Allí en el fondo de la mina a cielo abierto, íbamos a coger renacuajos, solo bajar hasta el fondo ya era una aventura para los niños. Recuerdo que una vez accedi al tunel de entrada a la fábrica y me cole, robe una gran piedra blanca que arrastre hasta mi casa, hoy aquella piedra que solo sirve para partir piñones con un martillo, es lo único que ha sobrevivido. La fábrica fue derribda y la mina a cielo abierto fue tapada para siempre y borrada de la faz de la tierra también una parte divertida y llena de juegos de mi infancia.







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