lunes, 1 de septiembre de 2025
Se suceden los días - ya - de Septiembre y corren vientos hoscos en Europa y en el mundo. Abre las puertas - la reentré - literaria como siempre llena de novedades y nuevas ediciones de clásicos del pasado. De repente la ciudad dormida en la ensoñación de las vacaciones recupera el pulso y las calles se agitan y en un - soplido - el Verano ha llegado a su fin cómo un sueño que vivimos algunos días en Portugal y otros días perdidos por Soria. ¿Todo ha sido un sueño?. Me pregunto un 1 de Septiembre que ya empieza a decaer, los días se acortan y el hormiguero humano y social se agita. Continúa la vida más o menos dónde lo dejamos y comienza este quehacer vital y literario: el trabajo, la poesía . Me tumbo un rato en la cama y me quedo allí bajo el leve peso de mi cuerpo al rato me reincorporo y continúo escribiendo este texto que a nadie le importa. Porque en realidad a nadie le importa casi nada. Incluso la curiosidad está en detrimento en la actualidad es más común la indiferencia. Lo mejor en este Septiembre que rueda es refugiarse en el trabajo y en la literatura, dejar pasar los días con una leve monotonía de leer, trabajar, y escribir entre paseos por Madrid y algo de suerte que me acompaña desde que comenzó el Verano. También la suerte es importante. A las 19.50 la calma chicha se extiende por esta buhardilla dónde la música de radio 3 resuena en el pequeño transistor porque Septiembre tiene algo de nuevo comienzo , también algo de volver. Pero ¿Volver a dónde?.
Al volver a casa - el desaliento - en la boca y la garganta. A la que se suma cierta indiferencia o desdén hacia casi todo. Anochece antes y todo se torna más lúgubre y depresivo. La salud mental de la gente es mala. Ya es de noche y queda la buhardilla a media luz. Toco una notas de piano casi una melodia. Me vuelvo a tubar en la cama, mañana será otro día.
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