jueves, 23 de octubre de 2025





Al lado de un te caliente , enfermo y en soledad. La textura - amarilla - de la existencia. Al menos me gusta estar - solo - amarillamente. Entre la soledad y lo amarillo contemplo las pequeñas cosas de la existencia que nos hacen más humanos y sentir cierto candor que a veces desprende la vida. MIentras intento ordenar mi literatura y mis papeles de poeta. Entre ellos encuentro largos textos entre poesía y el entretenimiento entre las horas, lecturas, y darse la vuelta en la cama. La indeferencia, el pesismismo ante el ser humano, la falta de esperanza. Cuando Pandora cerró la caja que había abierto por curiosidad se liberaron los males que asolan el mundo: enfermedad, guerra, vicios, vejez, sufrimiento, tristeza, crimen y pobreza, el dolor y la muerte y en ella solo quedo atrapada la esperanza. Los mitos se forjaron para cantar a los hombres las cosas que no pueden llegar a comprender. También hay cierta tranquilidad, sin ya esperanza. O aquél pensamiento mágico de garrrulos lleno de supersticiones, karmas y destinos. En una amalgama o unión de cosas de naturaleza distinta todo mezclado que agrega un sin sentido más, otro sufrir, a la ya amarilla existencia; todo se rompe, todo se hace viejo, la gente se muere. Las décadas nos aplastan y solo queda el aliento vacío de la vida que salta de generación en generación para que vuelvan a pasar las mismas cosas: la enfermedad, el dolor, la muerte, la tristeza, el sufrimiento, el dolor, la pobreza. Yo marginado del mundo , desde una esquinita intento poner en orden mis papeles. He dejado trasncurrir la historia para ver que hecho se producían para la segunda parte de mi novela. Pero ya cierro una era, acabo una novela dónde todavía me quedan por escribir las mejores páginas, más algunas que ya he escrito y conforman un imaginario y universo propio. Una literatura fiel a la verdad, porque la verdad es una de las mejores herramientas que tiene un escritor. Sin embargo nos da caza la enfermedad, todo es amarillo en este gran cementerio. Al menos puedo volver a leer, despues de las fiebres. Sin mucha esperanza , me tubmo a leer para verme convertido con 46 años, en quien era con 16, un niño raro que lee entre la sordidez de la España en general.



















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