jueves, 10 de diciembre de 2020

Emanescencia y poesía.



Cartas a un joven poeta ( Marian Rilke )



Siguiendo las huella de El Último Dios de Heidegger, dónde había demasiada poesía encontré que aquellas ingenuas sospechas eran ciertas, fue Marian Rilke quién anticipo la idea de lo numinoso en Heidegger y que aquél – ser para la muerte – guarda el simbolismo de la poesía de Rilke dónde todas las iglesias: Católica, protestante, ortodoxa.. no son más que una ilusión de aquél verdadero Dios que ha de venir. Evidentemente, el tiempo y la muerte, Cronos y Thanatos, aparecerán siempre imbricados en cada palabra, en cada símbolo, unas veces en pugna, otras en relación de aparente indolencia como una estación perpetua. Yo escogí mi camino dentro del lenguaje de la poesía entre la filosofía, el simbolismo y – lo sagrado – aquello que está ocultado - para salvaguardarlo y nuestra relación con aquello – lo sagrado – y la idea de Dios. Rilke y Heidegger han marcado la poesía moderna hasta llegar a mi dónde como poeta no soy la poesía sino solo objeto de ella. Cuando era joven nunca nadie me recomendó la lectura de Cartas a un joven poeta escrito por Rilke en ella se encontraba un anticipo de nuestra soledad y aquél dolor que produce, ese aislamiento intelectual del paso de los demás a lo lejos. Una obra iniciática para cualquier poeta o amante de la poesía y una lectura recomendable para cualquier persona con algo de sensibilidad. También existe – eros - , no solo cronos y thanatos, es decir no solo el tiempo y la muerte y su relación entre si, sino también este qué hacer con aquél tiempo, que algunos consideramos – el tiempo, sagrado, aquél terrible Oro. En Rilke, así entendida la naturaleza, se convierte en el fundamento de la historia, del arte y de la naturaleza en sentido estricto; hay en ella un lejano eco de la physis y la zoe presocrática que representaba lo naciente, la emanecencia, lo originario,la fuerza imperante que al brotar permanece. Así es que para Rilke el ser del hombre es la aventura o el riesgo, ese estar arrojados por la naturaleza misma en un mundo donde la esencia de la aventura no es más que la voluntad en el sentido metafísico, porque la vida sólo es el transcurrir en este vaivén de ambas posibilidades es ser o no ser, en el juego interminable del riesgo inminente en el que se debate la existencia misma. Es el balanceo del que habla Rilke y que es peculiar de toda aventura, de todo riesgo que entraña el juego, es decir este proyecto vital aunque está mal designarlo como proyecto, tal vez solo como vivencia, ya que la vida – en si – es un esfuerzo siempre inacabado por la enfermedad y la muerte. La eterna soledad que como – ser – artista y poeta en mayúsculas frente a los demás, la gente normal y corriente, me deja aislado y solo, aquella soledad, frente a interminables textos de filosofía y metafísica, única compañía para este desamparo y este tiempo perdido entre lo qué fue y lo que todavía no ha llegado. Si bien la emanescencia de la naturaleza, lleva consigo un carácter de enmienda a los errores del pasado, también es cierto que estoy solo y desamparado, casi aislado en un barrio hosco casi hostil. Nuestra pureza interior, aquél refugio – emanenestente – me protege de la bota del último político, de la última estupidez, de la inmediatez de esta tontería universal, y de este país que nunca ha creído en la libertad, ni en la cultura porque yo mismo soy mi propio refugio. Entre los días encuentro libros que subrayados y leídos con dobleces, me inspiran en este camino poético lleno de continuos desengaños como la envidia de los demás, la falta de amor mientras doblan los años y caen los días entre mariposas nocturnas: ¿Hay luz? ¿Hay rosa?. Tal vez solo podríamos llamarlo un brillo o resplandor ciego y su eco: belleza, belleza, belleza. Cartas a un joven poeta me ha entretenido unos días mientras pienso en aquella poesía hermética y cerrada, para salvaguardar lo que solo puede estar oculto, lo sagrado.




No hay comentarios:

Publicar un comentario

España es un país que adolece de - babosismo - y de babosos. De gente falsa e idiota, a los que no hacemos mucho caso , y les ...