viernes, 29 de enero de 2021

El gato de Pincél.

Allí , en esa zona oscura entre la fama y la miseria, habitaba aquel pintor al que todos llamaban “Pincél” entre el ostracismo y la precariedad. Algunas botellas vacías, un disco de jazz a media voz, girando y dan vueltas, una televisión apagada, y un portatil encendido. Había comenzado el toque de queda, la pandemia no remitia entre discursos políticos vacíos y la crisis económica y aquella habitación en la penumbra era un reflejo de la depauperada situación de la realidad, como si aquella habitación fueran – todas – las habitaciones del mundo. Él permanecía en la cama, acostado sobre si mismo y la almohada mientras el relój en una esquina, marcaba los segundos con una exactitud sin sentido. Solo pensaba, si aquella ir y venir de recuerdos y sentimientos, se podía llamar – pensar – o tal vez solo eran ensoñaciones de otro tiempo y de otros lugares, que ahora al cerrar los ojos, podía volver a pasear por ellos como dentro de un sueño. Escucho sus patitas por el tejado, y al rato el gato saltó sobre la habitación desde la ventana. El gato comenzó a pasear sin destino entre las botellas vacías, las hojas de poemas rotas, y los cuadros y discos tirados por el suelo. Al final se sentó sobre dos libros enciclopédicos de arte y comenzó a hablar.


- Cada vez estas peor... - Dijo el gato.
- Ya lo sé,  déjame en paz – Exclamo pincel dándose la vuelta sobre si mismo en la cama.
- Ella se fué. - Dijo el gato.
- Ella nunca estuvo aquí. - Dijo pincel.
- Ella lloro…. - Exclamo el gato mientras se hacía un ovillo.

Entoncés – él – cerro los ojos que mantenía entreaviertos, y recordo otra época, otro lugar, y su voz llamándole – Al - . Fué asi como se incorporó de la cama, cogió una botella de vino y la descorcho, a la vez que decía - No se aque vienes aquí - .


- Ya lo sabés, al final siempre me das unas galletitas. - Dijo el gato.
- Ni siquiera eres mi gato, sino el gato de mis vecinos, y además, te tengo que dar de comer. - Exclamo -  Pincel - 
mientras bostezaba.

En aquella habitación no había nada en pie, tal vez solo algunas columnas de libros apiladas, todo lo demás: la ropa, las botellas vacías de alcohol, los apuntes, y algunas hojas con dibujos rodaban por el suelo mientras el disco giraba y daba vueltas.


- Sabés, las mujeres siempre lloran y luego se van. - Dijo Pincel.
- Ella lloro de verdad. - Contesto el gato.
- Yo también lloré, pero lloré hace 15 años. - Contesto Píncel.
- 15 años es mucho tiempo – dijo Gato.
- No, mucho tiempo es para siempre. - Balbuceo Pincel.

Sabes Gato, en la vida de los hombres hay cosas que suceden para siempre, y para siempre es mucho tiempo, tanto tiempo – exclamo – Pincél mientras tiraba un hoja en blanco. Al final estamos todos solos, ella se habrá tirado a los brazos de otro, y luego de otro, y yo ya solo soy un recuerdo entre muchos, aunque lloraba de verdad – eso lo sé – lloraba como llore yo hace 15 años, se exqactamente se que siente. Es como si te robasen de gole todo, de un golpe seco, duro, fuerte, y solo sientes su ausencia, yo también lloré aquel día de verdad.


- A mi me da pena. - Dijo gato.
- ¿Por que lo dices?. - Pregunto Píncel. 
- Hubierais sido felices. - Exclamo gato.
- No lo sé. - Contesto Píncel.

Hay más mujeres – dijo Pinchel al aire - .  El mundo es así , hay que dejar ir…. Nadie pertenece a nadie,
ni hay ningún destino, ni siquiera pensó en los niños. - Dijo Pincel. 


- ¿Que niños?. - Pregunto Gato levantando la cabeza.
- Los cachorros que quería tener cone ella. - Exclamo Píncel.
- Nunca se lo dijiste. - Dijo Gato.
- Ella ni siquiera volvió a hablar conmigo despúes de 15 años sin vernos. - Dijo Pincel – Ni siquiera me dió esa oportunidad
- Volvió a decir Pincel.
- Pera ella lloro tanto…. - Dijo Gato.
- ¿Por que lo sabés….?.  - Pregunto Pincel.
- Porque la vi….. - Dijo Gato.
- Lloraba de verdad, y casi no podía respirar. Tal vez ella había soñado darte hijos… - Volvió a decir Gato.
- Los hijos no solucionan – ningún – problema. - Contesto Pincel.
- Ya pero… - Intento decir gato.
- Dejalo – gato – ya no podemos volver. - Dijo Píncel. 

Ella – tendrá – otro novio, y tendrán hijos, conocerá la felicidad. - Dijo Píncel - . Al final da igual, todas las mujeres quieren tener hijos, su sueño es tenerlos, no así con quién los tenga. Yo sin embargo prefiero – ya – no tener hijos, me siento mayor, viejo y cansado – dijo Pincél - . Y me da igual cualquier cosa. - Termino por decir Píncel. Nunca me dió la oportundidad de decírselo. - ¿El que Píncel….?. - Ya lo sabes. - Dijo Píncel. ¿ A qué vienes gato…?. A recoradrme cosas que nunca volverán a pasar. - Preguntó Píncel.


- No, solo vengo por mis galletitas. - Contesto gato.
- ¿Entonces porque me la recuerdas…?. - Preguntó Píncel.
- Porque me caía bién. - Dijo Gato.

Sabes, Gato, una vez estuve a punto de matar por ella, fue la primera vez que se fue, se fue haciendo daño, y yo estaba justo detrás de él, con un martillo para darle en la nuca, creéme que le hubiera matado.


- ¿Por que no lo hiciste…?. - Preguntó gato.

- En el último momento , me di la vuelta, cuando senti algo que no me gusto. Aquél acto me hubiera convertido en un asesino.
- Explico Pincél. Luego tuve que soportar muchas cosas, pero yo creo que más que no llegar a matar, salve una vida. - Dijo Pincél.


- ¿Por que dices eso?. - Pregunto Gato.

- Porque él debería haber muerto aquél día, porque yo había ido alli a matarle. - Contesto Píncel.


- ¿Y que significa…?. - Pregunto – otra vez – gato.

- Aquél día, salve una vida, la suya, y también salve mi alma. - Contesto Pincél. - Ellos no lo saben, tampoco él,
ni ella, ni siqueira lo sospechan. Por eso me dio igual, que se fuera. - Expico Píncel.

- Por eso lloraba. - Dijo Gato.


- No, no podemos volver. - Volvio a decir Píncel.








Alejandro Rojo y Cisneros, el gato de Píncel.

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