Como no me voy a ir de "putas", ni va a venir nadie, a darme un beso. Me dedico a escribir poesía, entre todos mis juguetes, es mi juguete favorito, en él puedo unir y todo mi pensamiento, y todo lo que siento, y hacerlo de una forma nítida, exacta y a veces incluso bella. Y aunque con 41 años esté - inédito - si ya da igual todo...y me da igual que me da lo mismo. Sigo con mi mejor juguete, si la lectura y el pensamiento también generan placer e incluso adicción...
El viaje. La montaña da a luz a sus hijos de piedra. Así nacemos. Los padres, aún no ellos, sino todos los padres que de generación en generación proviene tu nombre. Desde el fondo de este cementerio hasta las últimas hojas al caer de golpe; vencido el niño, devorado también el hombre. Decir adiós pero te darás cuenta que ni siquiera esto nos pertenece, ni siquiera la despedida es nuestra. Nada queda. Solo podemos asirnos al otro, sujetar sus manos si nos aprietan fuerte. Solo te pertenece a ti, a tú yo más íntimo haber nacido: Solo a ti. La caída. Se van cayendo las cosas y nosotros con ellas en esta perpetua caída. Ahora termina el sortilegio: Has despertado, estas cayendo como las hojas aún verdes caídas por un aguacero. A nosotros que caemos, solo pasajeros en este cementerio de interminables muertos. A nosotros que tenemos el tacto de la piedra. Ya han caído los disfraces. ¿Hacia dónde vas ahora que has despertado?. Tal vez al caer sientas al mirar hacia arriba asombro por las constelaciones. No hay donde asirse. Quizás en la caída comprendas que solo es un bocado de lo terrible caer sobre la tierra. Llegará la tormenta y doblaran las gotas al caer sobre el estanque dorado. Borrará el nombre de las lápidas hasta empaparnos. No podemos comprender el universo. A veces llueve, eso es todo.
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