viernes, 13 de mayo de 2022

Volver a la infancia y perderse por los años 80`s.















  - ¡ Dos folladores a la izquierda !. - Dije yo vestido con una gorra militar de mi hermano mayor.  

  - Recibido. - Contesto Jaime. 

  - Prepara el tirachinas.  - Dije yo.

  - A sus ordenes. - Contesto jaime. 

  - Detrás del palo largo al lado de la torreta de la luz. - Dije yo.

  - Ya los veo.




Las sombras se alargaban bajo un soplo de aire fresco, apenas nada se movía alrededor más que el propio silencio. Nadie hubiera 
que allí también comenzaba el drama. La mina a cielo abierto era nuestro jueguete parecido a parte de los clics de play movil. 
Sin embargo la mina horadada en la tierra en grandes surcos que abarcaban centenares de metros lleno de montículos de tierra y laderas 
empinadas por donde nos tirábamos subidos maderas o colgandonos de los hierros de la maquinaria abandonada que allí esperaba en vano volver 
a ser usada. Allí - en la infancia - el tiempo se había quedado parado, y desde la estación abandonada del plantio, hasta la mina 
todo había sido abandonado, se había detenido el tiempo para siempre. A veces te cruzabas a lo lejos con alguien, pero lo normal era 
estar solos en mitad del campo jugando a las chapas. Yo casi siempre perdía los partidos, sentía distancia a veces del juego como si
poco a poco fuera abandonando la infancia sin saberlo, de golpe. 


- Has roto la ventanilla. - Grite yo.

- ¡ Vámonos ! ¡ Corre !. - Grito a su vez Jaime mientras empezaba a correr entre los montículos de arena.

- ¡ Cabrones ! ¡ Cabrones ! . - Se escuchaba a lo lejos. 



Cruzamos corriendo el campito de futbol que continuaba a la salida de la mina a cielo abierto, subimos corriendo la calle amparo. 
Jaime se quedó en la puerta de su casa, mientras yo seguía corriendo hacia mi casa.  - Luego te voy a buscar - dijo Jaime. Al llegar
a casa fuertes gritos se escuchaban del interior donde mi madre lloraba al ver a mi padre borracho. - ¡ Nos falta el dinero !. - gritaba
 mi madre: Y tú mirate ya borracho mientras mi padre sentado en el sofá miraba con desapego la televisión. Al subir a la habitacion mi 
madre me detuvo. ¿Donde vas sin recoger la habitación?. Sin embargo yo no la hice caso porque había estado escuchándoles gritar 
e insultarse. Yo no lo comprendía pero mes tras mes mi padre se gastaba el poco dinero que tenía bebiendo en los bares y mi madre disgustada
le esperaba en casa. Sin embargo aquellos gritos de infelicidad de mi madre no pertenecían a la infancia, y un sentimiento
de culpa me perseguía, y poco a poco abandonaba la niñez a la vez que aprendía lo que significa la impotencia. A veces me escapaba yo solo 
de casa, y nadie me encontraba hasta que Jaime me iba a buscar a alguno de aquellos lugares. Aquella tarde antes de que cayera el Sol, se 
abrió la puerta de los pisos abandonados de la granja. 

- ¿Que haces aquí solo?.

- Nada.

- Tu madre te estaba buscando.

- Ya.




Entonces sucedió algo sacado de un libro o un cuento cuando aparecieron decenas de globos aeroestáticos volando por el cielo.
- ¡ Mira ! - dije yo.¡Cuantos globos! Contesto Jaime. Nos quedamos callados durante un rato ante el paisaje asombroso de nuestra niñez. 
- ¡ Van a tomar tierra !. ¡ Si están bajando !. Entonces salimos corriendo hacia el campo de futbol abandonado de detrás de la granja 
mientras decenas de globos descendían del cielo. Así también se va acabando poco a poco la infancia, cuando sales de ella aún siendo
un niño, para luego volver a sumergirte en ella de forma profunda como si nunca hubieras despertado de la niñez atisvando el fracaso de mis padres. 



























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