jueves, 10 de noviembre de 2022

AL final el principio de la novela es asi.

1989




Alejandro Rojo Cisneros.




1 Viejos olmos.



Al contemplar desde arriba podía imaginar larga hilera de viejos Olmos hasta la caída final y la vías del tren que cortan el paisaje que sigue descendiendo salpicado de casas y tejados rojos entre tilos, sauces y chopos blancos al lado de la avenida que cruza las vías. En las vías del tren ha habido muchos suicidios estudiantes y mendigos en una larga curva que proviene de la estación del Norte y Principe Pío, incluso pusieron vallas para evitar peligros y hace dos años pasado un chavalillo se ahorco en las vallas de seguridad. A veces llueve sin sentido. A veces íbamos a mirar la Luna allí a las vías del tren, desde dónde se contemplaba la ciudad de Madrid a lo lejos : el Pirulí, la torre Picasso, las torres Kío desde una ventana a la ciudad que miraba hacia Aravaca, la avenida de la galaxia y su arboleda verde. Al entrar en la casa de Patrice el olor de la vieja vivienda medio abandonada me recordó otra época dónde todo era diferente y todo lo demás era campo. Las viejas casas estaban alquiladas a estudiantes de la universidad y había fiestas en las casas los fines de semana y se escuchaba a The Doors y Led Zepellin. En aquél instante en que cruce el umbral de la puerta de Patrice recordé de golpe ese olor de los 80`s que había olido por primera vez que entré a casa de mi abuela que estaba alquilada a los estudiantes de la universidad en un lugar apartado y abandonado que no importaba a nadie a la afueras de una ciudad de Madrid. La primera vez que vi a Patrice 30 años antes iba con Jaime, nosotros éramos niños. Había un eclipse de luna y habíamos salido a mirar el eclipse. Al contemplar su mirada huidiza y nerviosa me hizo gracia. - Está loco - me dijo Jaime al dejarle atrás caminando hacia la antigua mina a cielo abierto. Un gigantesco socavón en la tierra parecido a Marte, como un cráter hecho por la mano del hombre en mitad de la nada y del campo. Al mirar hacia la noche y el cielo solo veíamos una anillo de luz mientras señalábamos hacia el cielo.


- ¿Por qué crees que existe la luna?. – Pregunté.


- La luna no existe para nada. – Dijo Jaime.


- ¿Existe y ya esta ? – Volví a preguntar.


- Si.


- ¿Y por qué existe?. – Volvía a preguntar .


- No lo sé.


- Pero es bonita – dije tapando el anillo de luz con un dedo.









Allí perdidos sin respuestas para nuestras tiernas preguntas nos quedamos callados mirando la Luna en el silencio de la noche, los grillos y el croar de algunas ranas en las charcas del fondo de la mina. Ser niño significa hacerse preguntas: Para qué sirve la Luna, qué es el sexo, que la violencia, para qué sirve la seriedad, que el dolor, y por qué existe la noche. Preguntas que normalmente quedaban en el aire sin nadie que las contestase.





– Allí hay una luz – Dijo Jaime



-¿Dónde? - Pregunté yo.



La infancia significa a veces no tener respuesta para tus preguntas. ¿ Por qué hay luz al otro lado de la mina?. – Volvía a preguntar. – Debe ser un coche… - Contesto Jaime. - ¿Y que hacen allí?. – Follar. ¿ Que es follar?. Vamos a tirar les piedras.



- ¡ Le he dado !.- Gritaba Jaime.



- Yo creo que no. - Conteste.


- Yo creo que si. - Gritaba Jaime mientras volvía a lanzar una piedra que caía contra el capo de coche.


- ¡ Ahora si !- - Grito.


Al chocar la primera piedra contra el capó del coche se encendieron luces se y se escuchó al alguien gritar: ¡ Cabrones !. Nosotros corríamos desde la vieja mina abandonada hacia nuestras casas, solo corríamos y reíamos. Era una noche de verano del año 1989.












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