lunes, 13 de mayo de 2024




Como escritor, como novelista no puedo hacer nada, más que escribir, página trás página, capítulo trás capítulo. A pesar de estar rodeado de personas vulgares con sus egos, su mala educación , mala leche y falta de valores. Cierro la puerta de mi habitación y emerge un mundo literario entre la ensoñación de algunas obras pictóricas y el silencio necesario para este oficio de escribir novelas. A pesar de ese caciquismo parecido a la galicia rural del siglo XIX, sigo siendo escritor para desconsuelo de lo que venían aquí a robarnos la vida y la fama. 1989 es una novela con fuertes tintes autobiográficos. Ayer a mis personajes en plena rebelión les tuve que confesar la verdad: No sois tan interesantes para escribir ninguna novela con vuestras vidas. Solo la mirada de un escritor genial es capaz de sacar - un novelon - de un lugar que nunca importó a nadie y si alguna vez importó fue precisamente por la existencia de un escritor. Durante estos tres años he transitado lugares poco comunes para el oficio de escribir, es precisamente allí, en un lugar poco común donde transcurre la segunda parte de la novela, en la que estos personajes me ayudan a describir no solo la existencia sino también a una sociedad descarnada y despiadada. Como niño terrible de la literatura, tengo el privilegio de mi talento narrativo y el juego poético e imaginario que aquí se crea. No tengo prisa por acabar mi novela, aunque escribo ya con premura mientras pasan los días. Llegan preciosas noches de primavera y Verano para un escritor todavía joven y dónde la vida nos enseña.







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