jueves, 19 de noviembre de 2020

Una historia de cuento.



Como una historia de cuento, o tal vez tocado por la magia este libro llegó a mi después de la muerte de mi padre. Una edición de aquél entrañable Círculo de Lectores, dónde de niño si me portaba bién, me compraban algún libro. Este libro de Saint-Exupery que se compone de tres partes separas y unidas en esta edición de tapa dura que sobrevivió escondido durante años hasta que yo me hice mayor. En él - la literatura - y la vida de un hombre Antoine Saint-Exupery y su pensamiento claro y nítido, tocado tal vez por el Dios de la poesía. No somos poetas, solo somos objetos de la poesía, esta como esencia del mundo, para nosotros frágiles y perecederos guardianes por unos años del metal más precioso - ese terrible Oro - que significa el tiempo, y este oficio que a veces, solo a veces, y tienen que pasar millones de hombres para que solo uno consiga escribir por ejemplo El principito. Así me llamaba mi padre cuando era pequeño: el principito. Entre estos textos destacan muchas páginas doradas de la literatura como Oasis, y otras descripciones dónde se mezcla la infancia en Sahara, y sus viajes en la aviación de correos, o en cartas al general X, durisimas enciclicas antibelicistas dónde como escribió Santi-Exupery a Andre Bretón, se muere por, se vive por...no se muere contra, dónde el sentido de la vida, es el sentido de la muerte. Y así describía sobre aquella destrucción del mundo que significo la II guerra mundial: "Tengo la impresión de estar encaminándome hacia la más sombría época de la historia del mundo, me da lo mismo si en la guerra me matan. ¿Quedará de todo lo que he amado? [..] Y apunta en otra página: Me arriesgo a olvidar que una política solo tiene sentido si esta al servicio de una convicción espiritual. Un libro granadado de frases célebres: "Cuando el nazi respeta exclusivamente a quien se le parece, no se resperta nada más a que asi mismo. Rechaza las contradicciones creadoras, y arruina cualquier esperanza de ascensión y en lugar de el hombre funda para mil años el robot de un hormiguero y esto lo hace sin ni siquira llegar a pensar.". Y ahora aquí sentado en este escritorio lo que infunde pavor no son los neonazis, apenas cuatro niñatos desencajados por la coca y el alcohol, al servicio de otros. Lo que me infunde pavor es que suceidera una vez la II guerra mundial, y hayamos acabado viendo las contorsiones de un neo-franquismo, sin Franco entre nostálgicos y niñatos peleles con el brazo levantado sin saber siquiera lo que llega a significar, y no ha sido otra que la desidia de los poderes públicos durante décadas y aquél pecado original. Que la gente joven ni siquiera sabe quién es Miguel Ängel Blanco, y la gente joven vota a Bildu "blanqueada" en un pirueta política y también amoral en boca de otro vendedor de humo. Saint-Exupery decía que odiaba el marxismo por aquel totalitarismo al que conduce, y que el nazi, lo único que merece es estar muerto. En este hormiguero la función de la cultura es enseñar un sentido a la existencia, y la cultura como dijo en su momento el grande Eduardo mendoza, se tendrá que defender con bombas si es necesario, y para ellos tenemos las viejas pistolas checoslovacas de Houllebeq. Y es esta la desidia pública la que nos ha traido hasta aquí o un Rey bribón cuyas barbas llegan al mar.






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