viernes, 18 de diciembre de 2020

Alrededor de mi.



Tengo un pila de libros por comprar y poco dinero, el denominador común de cualquier artista, o aprendiz de novelista. Entre ellos destacan Madrid de Trapiello, la conspiración de los conspiranóicos de felipe benitez reyes, algún manual de autoayuda para pandemias y bombas nucleares, y también El hijo del chofer de Jordi amat un libro al que tengo ganas de echar el guante, y narra la vida de un periodista, reconstruida fielmente por el escritor. A veces miro - con cierta envidia - lo que otros escriben, sin tener la oportunidad de publicar nada - gran premio - mediante.... Sin embargo es envidia sana, aquella que te construye como un ser mejor frente a la tragicomedia política y sus embustes. Jordi amat narra y analiza el ague y caída de un periodista en aquella Cataluña de la corrupción hasta su suicidio final. No me gusta hablar de libros sin haber llegado a leerlos, sin embargo creo que he leído todos los libros que tengo y espero poder comprar algunos nuevos antes que termine este año maldito - 2020 - ese año que vivimos, sobretodo - alguno - peligrosamente. Sin embargo he decidido retomar la lectura de "novedades" algo que llevaba años sin hacer desde que en La casa del libro, había "tráfico" de libros de segunda mano. Vendi casi todos, y yo podía leer todas las novedades a mitad de precio.Ahora unos años despúes de años leyendo los grandes clásicos y aquellos libros de filosofía interminables, empiezo a necesitar leer lo último, y tomar el pulso a la realidad literaria Española del siglo XXI entre la que me incluyo porque soy uno de los mejores poetas y pronto publicaré o ganaré un premio, o eso espero... Sin embargo la paciencia - dentro de 20 años - seguiré siendo uno de los mejores escritores de este país, así que ando dando vueltas a una historia que me tiene intrigado desde hace tiempo, y que no se como morder el diente. Tal vez el mejor consejor que me pueden dar es este: Escribir, escribir, escribir y mientras acabo mi primera novela - Los alejados - aquél viaje del final de la juventud a esta madurez que ya ha llegado. Dijo una vez Bob dylan, que no se puede vivir con cuarenta como vivías cuando tenías veinte años.... Intento buscarme como pintor, e intento encontrarme como escritor, en medio multitud de horas de estudio y trabajo más precario que otra cosa.


"A veces de noche al contemplar el orbe infinito iluminado solo por las primeras estrellas sentía que la dimensión exacta del universo parecía insoportable, casi producía asco, el hecho de que el universo tuviera magnitudes casi infinitas, no hacía más melodramático aquel dolor de haber nacido ni siquiera que compartiera con aquellas estrellas lejanas la misma materia de la que yo estaba creado. Bajo la cúpula de las estrellas parecía terrible la idea de entrar en una Iglesia vacía y más terrible hacerlo solo casi escondido. Apenas algunas velas cerca del confesionario, tres mujeres viejas rezando la novena por algún difunto, los pasillos vacíos que llevan a otra capilla y al sentarme desde donde podía contemplar aquél pequeño recinto con forma de una planta de cruz latina como una pequeña iglesia adosada a la iglesia principal de aquél número 13 de la calle Arenal cubierta por mármoles de colores grises, rojizos y anaranjados, bronces y pinturas del barroco Español entre el naturalismo tenebrista y el color veneciano. Allí bajo la mirada de dos arcángeles pensé en mi desdicha humana y la fatiga que empujaba mis pasos. Era la distancia que me separaba de aquellos arcángeles Barachiel y Sealtiel la que me desfiguraba como aquellas viejas en la penumbra rezando la novenaria. No había nadie allí pero sentía el peso de los siglos, el peso del mundo, el peso de la existencia que me empujaban hacia el abismo en larga caída. ¿Por qué el hombre nacía enfermo o moría si también estamos hechos de polvo de estrellas? ¿Porque aquellas dimensiones infinitas del universo no alcanzaban a nuestra pobreza humana? Al salir de la Iglesia me sentí miserable y aquella extrañeza de estar vivo bajo las mismas estrellas. Subiendo la calle Arenal hacia Sol ya sumergido en la noche interminable, al pasar al lado de lo que una vez fue el Nuevo café Levante donde el errante y temible Ramón María del Valle-Inclan tenía tertulia con Azorin, o Pio Baroja, los pintores Solana, Ruiseñol, o Julio Romero, y dónde Vallé-Inclan llegó a decir: “..el café de Levante ha ejercido más influencia en la literatura y en el arte contemporáneo que dos o tres universidades”. Sin embargo ya estaba cerrado ya habían girado la gigantesca rueda del tiempo, ya habían desaparecido aquellos años oscuros de luces de bohemia y de la generación del 98, ahora ya solo convertido en un almacén de paños. Al llegar a la plaza de Sol comencé a descender la calle Carretas como escondiéndome de mi mismo o del sereno y del alumbrado de la plaza de Sol, buscando el bajo del café Pombo en una calle de librerías y tiendas de ortopedia."



Los alejados, alejandro rojo y cisneros.





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