sábado, 23 de enero de 2021

Cuento breve.



Hace dos años tuve la idea de escribir un libro de relatos, pero hasta ahora no había tenido fuerzas para continúar aquel proyecto desde el chico que apaga y enciende las farolas, hasta los gatos perdidos del callejón. Así que como no tengo mucho que hacer he decido continúar este cuento que comence hace un año, y que abandone. Un libro de relatos para desempolvar el talento, y seguir escribiendo durante esta pandemia.



La segunda Luna.





Al mirar la segunda Luna brillando en el cielo y su replandor en la oscuridad de la noche comprendió su significado. Si la primera Luna que durante milenios había vigilado los sueños de los hombres permanecía llena y redonda, esta segunda Luna más alejada y pequeña, al otro lado del orbe del cielo, permanecía en una fase de cuarto creciente, en sentido contrario a la primera Luna. En realidad le daba igual un mundo con dos Lunas, al anterior mundo que durante milenios solo había tenido una. Los astrónomos y cientfícos habían dado erráticas teorías sobra la aparición de aquella segunda Luna, al parecer era un satélite errante que había llegado del espacio exterior adheriendose al sistema de órbitas alrededor del Sol y tan cerca de la Tierra que se había convertido en una segunda Luna que comparecía cada noche en sentido contrario a la primera. Desde su cuarto la visión de las dos Lunas parecía una alucinación o la ensoñación de un profeta, sin embargo la realidad en la tierra no había cambiado, támpoco su verdad si es que esta existía. Era una noche de Invierno fría y desapacible, el cielo raso y sin una nube iluminado por las estrellas y aquellas dos Lunas que brillaban en el cielo dejaban un hondo sentimiento de desamparo y extrañeza, algo parecido a sentirse perdido en el universo antel el frío rubor de la naturaleza. Paseando solo de camino a casa podía describir con meridiana claridad el sentimiento de afectación social que había provocado la llegada de la segunda Luna. Si bién se había desatado un ola creciente de apocalípticos y rumores sobre el fin del mundo, también no era pocos los que creían que había comenzado una nueva era y no era pocos los histéricos que hablaban de extraterrestres. Entre el miedo generalizado, y el desengaño, la mayoría de la gente seguía con su vida pero incluso se habían organizado manifestaciones y miles de hombres rezaban en grupos alrededor de templos y lugares santos alrededor del mundo. Los líderes políticos habían tratado de calmar a la población envano, e incluso los primeros días ante el miedo a que chocase aquella Luna contra la tierra se había desatado el pánico mundial y actos de bandalismo y pillaje hasta que los ciéntificos aseguraron que aquella Luna se hallaba en un órbita estable alrededor de la tierra y de la primera Luna, arrastrada por la gravitación del planeta alrededor del Sol. Todavía no se sabía como afectaría a las cosechas, pero las mareas habían subido hasta engullir la costa y barrios enteros de pueblos costeros permenecían durante el día sumergidos bajo las aguas. Transcurridos los primeros meses desde el comienzo del fenómeno Lunar la tranquilidad había llegado, e incluso ya se barajaba la posibilidad de enviar una expedición a aquella segunda Luna. Sentado allí desde el parque de Carabanchel podría contemplar la belleza de aquél suceso, era impactante ver una segunda Luna, tanto que había provocadouna ola de suicidios e incluso allí en el parque con aquel frío de invierno te encontrabas a gente en mitad de la nada contemplando el orbe lunar a altas horas de la madrugada hipnotizados por aquél suceso. Las iglesias se habían llenado de feligreses ante el cercano día del juicio y un sin fin de locos andaban por las calles anunciando el fin del mundo. Después de la histeria desatada solo quedo la calma, al no suceder nada, y contemplar aquella segunda Luna inverosimil se había convertido en el entretenimiento multitudinario cada noche. Incluso yo, perdido y en el paro no tenía otra cosa que hacer que deambular por las calles sustraído entre ensoñaciones, dudas y preguntas. Si el mundo se encaminaba a su fin, o era el principio de otra era, no había hecho más que poner de manifiesto nuestra fragilidad humana, millones de personas habían abandonado su trabajo y su vida cotidiana, y cientos de nuevos eremitas proliferaban en las ciudades, o huían de ellas. Nadie tenía una respuesta convincente ni los científicos, ni los sacerdotes, ni los políticos hacia aquél fenómeno astronómico, ni támpoco nadie sabía como nos afectaría su influjo ni en el futuro más inmediato y este fenómeno había colapsado los informativos y hasta las escuelas permanecían cerradas ante el peligro de una inminente catástrofe. Durante el día intentaba seguir con mi rutina: leer los periódicos, hacer café por la mañana, preparar la comida y solo al anochcer como millones de personas alrededor del mundo salía hipnotizado por la llegada de aquella segundaLuna y salía a pasear por las calles. En pocos meses se habían creado sectas, había habido atentados, y no faltaban los negacionistas; el mundo que se había acercado al colapso, pronto continúo empujado tal vez solo por la inercia y poco a poco había llegado cierta calma. Dos meses después de aquél inaudito hecho, seguía patidifuso como el primer día, támpoco tenía nada que hacer y pasaba los días intentado encontrar una razón para volver a buscar trabajo. Aquella segunda Luna lo había cambiado todo y como muchos otros me dedicaba a no hacer nada y esperar cuando enrealidad no se podía hacer otra cosa. Había programas especiales de radio, y los canales de televisión informaban de forma exaustiva de forma veráz los acontecimientos mundiales, la órbita de aquella Luna y los ciéntificos y líderes religiosos matenían encendidas discursiones entre unos y otros, se realizaban acalorados debates para dar algún sentido al fenómeno astronómico que estaba sucediendo. Había vuelto – como la mayoría – a rezar por las noches y había comprado un ejemplarde la Biblia que se había convertido en el libro más vendido en el mundo. Sin embargo no era otro loco ni había caído en la tentación de volver a la iglesia. Otro hecho es que mi gato había desparecido, pero ante el inminente fin del mundo, había abandonado la esperanza de encontrarlo así que dos meses después de la llegada de la segunda Luna comencé a colgar carteles por las calles con su foto por si alguién le había visto. A la semana recibi una llamada, alguién había visto un gatoparecido y al llegar a via carpetana, y buscarle con ayuda de aquella chica primero entre los escombros de una obra, dónde le había visto la primera vez, y después entre los cubos de basura, y al ver a otro gato parecido, por un momento desfallecí al decir: Este no es mi gato. Al volver a casa recorrí el parque por si veía al minino, pero hacía tiempo que no le vía, acostumbrado a ir y venir enlibertad, tal vez se había perdido, o tal vez le había atropellado un coche. Durante la siguiente semana encontrar a mi gato, fué la única motivación que me empujaba a levantarme de la cama. Seguía un intenerario por lugares por dónde recordaba haberle visto, sin embargo al tercer día abandone cualquier esperanza. En la radio y en las televisiones seguían acalorados controversias sobre aquella segunda Luna, su significado y el comportamiento de su órbita alrededor de la tierra ypasaba horas escuchando la radio, y viendo la televisión hasta que por la noche, como otros tantos vecinos salía a dar un paseo todavía hipnotizado por aquél fenómeno astronómico que había logradoparar el mundo. Un lunes volvi a recibir otra llamada de un viejo de una calle alejada que había visto mis carteles, y tenía en su jardin a un gato parecido. Cogi la cazadora y sali corriendo hasta la una calle cerca del barrio del lucero. Al llegar a un bajo, encontré al viejo, un señor mayor que apostado en una esquina me llamo – Mira, esta ahí - . - Dijo. Al acercarme a la esquina y mirar comprobre que támpoco era mi gato, aunque se parecía mucho sino fuera porque el mío tenía las patas blancas y este tenía una negra. Le di las gracias al viejo y seguí mi camino para volver a casa. Aquel día se podía ver en el cielo la huella blanca de las dos lucnas; una en cuarto creciente y otras en cuarto menguante. Habían pasado ya tres semanas más y todo seguía igual, el fin del mundo, tan deseado por tantos no llegaba. Tal vez los astrónomos tenían alguna explicación ciéntifica al inverosimil fenómeno astronómicos que estábamos viviendo, sin embargo carecían de ningún sentido al menos para nuestras vidas y sonaban a palabras vacías como ciegos intentando describir la envergadura de un elefante. Las religiones había asumido la voz cantante en el asunto, no sin desvocar una ola de intolerancia religiosa. Yo seguía buscando a mi gato por el barrio de Carabanchel sin tener otra cosa mejor que hacer. Había recorrido el colegio de punta a punta dos o tres veces por si le veía, hasta el centro deportivo de las cruces en la avenida de los poblados. Sin embargo su búsqueda había sido en valde y había perdido cualquier esperanza de encontrarle. Al pasar por las farolas dónde había colgado su foto, los carteles se habián emborranado por la lluvia, ohabían sido arrancados y al llegar a casa, recogi el platito con comida que había dejado en el dintel de la ventan por si volvía a saltar sobre él para comer. Al llegar la noche sali a la calle como todas las noches desde la llegada de la segunda Luna y volvi a pasear por las calles hasta el parque. Si tenía un significado o no, nadie lo sabía, sin embargo su llegada había despertado algo en el mundo entre lo real y lo esotérico.





Alejandro rojo y cisneros.







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