martes, 2 de marzo de 2021

Un juego.





De esta crisis no salimos mejores, ni peores: Salimos más pobres, y cada uno a lo suyo en este - sálvese quién pueda - . Ya da igual todo o casi todo. Yo publicaré mis libros y me esconderé en la noche, para intentar ligar y echar mis polvos, sin demasiada - alegría - por nada, aquella alegría de la juventud, nos la robarón cuatro "gilipollas" desde la televisión. Dentro de unos día se celebra telemáticamente la gala de los Goya, el año pasado todavía - soñaba - con el amor, este año solo siento el desamaparo y la tristeza de estar vivo, aquella pesadumbre de la existencia. Dicen que a estos años de pandemia le siguen algunos años de nihilismo y deshinibición sexual. Yo busco una relación - normal - pero támpoco deposito mis esperanzas en el amor, aquél amor con mayuscula, ni siquiera existe, y el poco romanticismo que me queda lo vacío en la poética y en mis primera novelas: Un juego para - cultos - fábricar literatura, pero solo un juego.






La lluvia y el desamparo.








La lluvia empapa el mundo y corre hacia los sumideros.


El sexo, la muerte, el desamor se mezclan y se confunden
en una misma cosa.

La primavera está ahí fuera.


Intacta, como símbolo de victoria.



El décimo sexto día la lluvia se convirtió en rutina; las hojas verdes, los charcos, 
y la muerte de tantos.


La primavera está ahí fuera, invencible.



Lleva dos días lloviendo y deja un sentimiento general de desamparo.



El décimo sexto día la lluvia caía con monotonía;las mariposas dormían, y  las hojas secas
atascaban las cañerías.


La muerte se había convertido en algo cotidiano.


La tristeza también se contagia repiten en la radio y los informativos.



La tristeza parece definitiva después de la epidemia y la muerte
llegarán el desempleo y las colas del paro.














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